Día 26. Pedro, el pescador.


Realiza la señal de la cruz con pausa y pensando el significado cada una de las palabras.

Sin prisas percibe (sentir y seguir sin pensar nada) el movimiento pulmonar, muy concentrado, hasta lograr acallar los ruidos interiores.

Pide al Padre el don de la oración. Permanece un tiempo breve en silencio repitiendo la exclamación: “Padre, enséñame a orar”.

Abre la Biblia por la siguiente cita: Mateo 4, 18-20.

Paseando junto al mar de Galilea vio a dos hermanos, a Simón, llamado Pedro, y a Andrés, que estaban echando la red en el mar, pues eran pescadores. Les dijo: “Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres”. Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.

Busca en tu interior a Cristo y pídele te conceda la gracia de escuchar su voz y seguirle con la misma diligencia que Pedro y Andrés.

Mira la fotografía, tomada desde la orilla del mar de Galilea. Imagina a los dos pescadores a unos metros de la playa, en una barca, echando las redes. A Jesús contemplando el lago de Genesaret al amanecer, recorriendo con su mirada la barca, la red, Simón y Andrés. Llamándoles en voz alta, los gestos de ellos, remando hacia la orilla, desembarcando, dejando las redes, siguiendo a Jesús, en silencio, atrapados por sus ojos y su voz.

¿Qué significa “venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres? Piensa en estos conceptos: llamada – seguimiento – misión. Repite la frase de Jesús.

Personalízala con tu nombre. ¿Cómo suena? Deja que el Espíritu trabaje tu interior. ¿Qué implica en estos momentos escuchar la llamada de Jesús? ¿Dónde crees que puedes encontrarlo y anunciarlo? ¿Mañana dónde lo encontrarás? ¿Cómo podrás anunciarlo? No se trata tanto de cambiar el modo de anunciarlo, sino el cómo.

Mantén un coloquio con Jesús, pidiéndole te ayude a que tu testimonio de cristiano en todo momento y lugar tenga la fuerza de quien tiene trato con Él porque, en sus luces y sombras, le ama y se siente amado por Él.

Reza un Padrenuestro sin prisas.

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