Día 29. Jeremías. Díos no abandona a su pueblo.

 


Sígnate con “en el nombre del Padre,…”, tomando conciencia de estas palabras. La oración cristiana siempre es la apertura del corazón al Dios Uno y Trino. Por eso comienza invocando su nombre trinitario.

Sígnate en la frente los labios y el corazón pidiendo a Dios que abra tu mente, tu boca y tu espíritu a la acción del Espíritu Santo en este tiempo de encuentro.

Abre la Biblia con pausa. Dios está abriendo sus labios para dirigirte una palabra, la Palabra, de salvación, de vida eterna y de plenitud humana.

Lee Jeremías 3, 14-16:

Volved, hijos apóstatas – oráculo del Señor –, que yo soy vuestro dueño. Os iré reuniendo a uno de cada ciudad, a dos de cada tribu, y os traeré a Sión. Os daré pastores, según mi corazón, que os apacienten con ciencia y experiencia. Os multiplicaréis y creceréis en el país. Y en aquellos días – oráculo del Señor – ya no se hablará del Arca de la Alianza del Señor: no se recordará ni se mencionará, nadie la echará de menos, ni se volverá a construir otra. En aquel tiempo llamarán a Jerusalén “Trono del Señor”. Todas las naciones se incorporarán a ella en el nombre de “El Señor que está en Jerusalén”, y ya no se dejarán guiar por su corazón perverso y obstinado. En aquellos días Judá e Israel se juntarán y volverán del país del norte a la tierra que di en herencia a sus antepasados.

Mira la ilustración de este día y desde ella imagina a Jeremías y el pueblo. Su mirada y sus gestos. La reacción de indiferencia de quienes siguen confiando en sus solas fuerzas, negociando con unos imperios y con otros, sin impedir el desastre final: la destrucción de Jerusalén el año 587 a. C.

Lee y relee el texto las veces que necesites para penetrar en su significado, puedes ayudarte de las notas de tu Biblia.

Pregúntate qué quiere Dios decirte en tus desalientos, en los cansancios y falta de esperanza como catequista o educadora o educador de Juniors, scouts, movimiento parroquial,… Ante el vaciamiento de las iglesias también nosotros sufrimientos el sentimiento de derrota. ¿Qué respuesta te ofrece la Palabra de Dios?

En el libro Cridat nos plantea las siguientes preguntas, mantén un diálogo con Jesús acerca de las respuestas que tú aportas: ¿cómo le hablaríamos de Dios a quienes nos rodean?, ¿realmente nuestra relación con Dios es algo tan importante para nosotros que queremos que otros vivan los mismos?, ¿cómo ayudamos a otros a que se aparte de lo que hacen mal y se acerquen a Dios?, o más bien, ¿nos callamos por comodidad o por miedo?

Termina con el Padrenuestro: Dios no nos va a abandonar.

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